Van Cleef & Arpels: la poesía del cosmos en el nuevo Autómata Planétarium

Desde la mítica Place Vendôme, Van Cleef & Arpels vuelve a rendir homenaje a la grandeza del firmamento con una creación que redefine los límites de la Alta Relojería artística: el nuevo Autómata Planétarium. Esta joya mecánica eleva el savoir-faire de la Maison a un plano celestial, fusionando ingeniería magistral, arte joyero y una devoción absoluta por los misterios de la bóveda celeste.

Un ballet de astros sobre la muñeca del tiempo

Inspirándose en los antiguos planetarios del siglo XIX, Van Cleef & Arpels ha concebido una pieza de dimensiones impresionantes —50 centímetros de altura y 66.5 centímetros de diámetro— donde el Sol y los planetas visibles desde la Tierra giran a su ritmo real: Mercurio en 88 días, Venus en 224, la Tierra en 365, Marte en 687, Júpiter en 11.86 años y Saturno en 29.5 años. La Luna, fiel compañera de la Tierra, traza su órbita en apenas 27.3 días, aportando un dinamismo perceptible en cada instante.

Bajo un globo soplado a medida, el espectáculo se vuelve aún más etéreo: una estrella fugaz, engastada en oro rosa, diamantes y rubíes Mystery Set, recorre una esfera de 24 horas para señalar el tiempo, mientras arrastra consigo el movimiento hipnótico de los planetas, envueltos en una melodía cristalina.

Materiales celestiales, savoir-faire terrenal

La magia de este autómata reside también en su materia. Cada astro ha sido esculpido con precisión utilizando piedras ornamentales y preciosas: calcedonia para Mercurio, cuarzo rosa para Venus, jaspe verde para la Tierra, piedra lunar para Marte, jaspe para Júpiter y azabache para Saturno. Cada planeta ostenta una cinta dorada grabada con su nombre, evocando las cartas celestes del siglo XVIII, mientras motivos mitológicos —conchas, flechas y rayos— subrayan su identidad simbólica.

El Sol, epicentro de este universo en miniatura, vibra con el uso de un ingenioso mecanismo “trembleur”, intensificando el resplandor de granates espesartitas, zafiros amarillos y diamantes que lo recubren en una explosión de luz.

Una obra maestra de complicaciones y emociones

La base, elaborada en maderas nobles como limonero, acebo blanco, amaranto y ziricote, alberga una secuencia de esferas que indican horas y minutos, día y noche, calendario perpetuo y reserva de marcha. Incluso el carillón de 15 campanadas, visible a través de una pequeña puerta, es una muestra del virtuosismo relojero que sostiene esta odisea estelar.

El nuevo Autómata Planétarium no solo ilustra la maestría técnica de Van Cleef & Arpels, sino también su profunda capacidad de emocionar, de capturar en una creación tangible el vértigo sublime de mirar hacia las estrellas. Una invitación a soñar, suspendidos en un ballet de luces, piedras y precisión sin igual.

No te pierdas: El Autómata Apparition des Baies de Van Cleef & Arpels.

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Objetos extraordinarios de Patek Philippe

Objetos extraordinarios: Patek Philippe. En el fascinante universo de la relojería, las creaciones que mezclan arte y técnica son siempre protagonistas. Un ejemplo deslumbrante es el exclusivo reloj de mesa tipo cúpula, creado para conmemorar el centenario de la octava Olimpiada moderna, celebrada en París en 1924. Este reloj no es solo un tributo a los atletas y su legado, sino también un escaparate de la maestría artesanal a través de la técnica de esmalte cloisonné y paillonné.

Objetos extraordinarios de Patek Philippe

¡Art Deco!

Inspirado en el vibrante estilo Art Deco de los carteles de la época, el reloj captura la esencia del movimiento deportivo. Los contornos dinámicos de los atletas, que representan diversas disciplinas olímpicas, se trazaron a mano utilizando 13,5 metros de hilo de oro, lo que aporta un toque de lujo y precisión artesanal. Los detalles en esmalte, tanto opaco como translúcido, están trabajados con una paleta de cinco colores que evocan la energía de la llama olímpica, mientras que las fechas brillan gracias a la inserción de paillons de plata bajo el esmalte.

El proceso para dar vida a esta obra de arte implicó 12 cocciones a una temperatura de 750°C para cada placa esmaltada, asegurando la calidad y durabilidad del color. Los números arábigos aplicados en dorado se complementan perfectamente con las elegantes agujas en forma de hoja también doradas, mientras que el centro de la esfera, adornado con un patrón de rayos de sol y recubierto de esmalte marrón translúcido, ofrece un sutil pero impresionante contraste visual.

Este reloj, movido por el calibre mecánico 17’’’ PEND, combina la tradición artesanal con la innovación técnica, utilizando un motor eléctrico para su cuerda. Sin duda, una pieza que refleja el espíritu de los Juegos Olímpicos y la dedicación hacia la perfección en la relojería.

No te pierdas: Berger Private Experience 204, un encuentro único para amantes de la alta relojería.

Además. Entonces. El siguiente mes. Podemos pensar.

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