La medición del tiempo en alta mar resulta de especial importancia para llevar a cabo una navegación precisa. Para el relojero Abraham-Louis Breguet resultó imperativa entre sus intereses de física, astronomía y el mar, lo que lo llevó a grandes descubrimientos y cargos honorables.
La medición del tiempo en alta mar antes de Breguet
Anteriormente, los marineros calculaban la distancia al este u oeste de sus meridianos de referencia, al medir la hora solar del punto en el que se encontraban en contraste con la diferencia del cronómetro a bordo. Éste último debía ser ajustado con precisión antes de salir a navegar, para asegurar la correcta medición.
La oficina de longitudes
Un decreto real nombra a Abraham-Louis Breguet, miembro de la oficina de longitudes. Siendo él, el único relojero del comité, trabajó codo a codo con personajes como Pierre-Simon de Laplace, Jean-Baptiste Delambre y François Arago. Con quienes se encontraba encargado calcular longitudes y rastrear datos importantes de los movimientos celestes.
Posteriormente, el Rey Luis XVIII otorgó a Breguet el título oficial de Relojero de la Marina Real. Sin duda, un honor y desafío. Más tarde, 78 relojes de marina fueron creados entre 1815 y 1823, de los cuales 22 fueron entregados a la Marina Real.
El cronómetro de marina
Conformado por un movimiento de gran tamaño que se aloja en una caja cilíndrica de latón, sujeta a un estuche fino de madera y que pareciera flotar, pues una suspensión de cardán en latón permite la estabilidad del movimiento.
Con esta creación, marinos de la naval o la mercante lograban precisión en sus cálculos. Designando a este revolucionario artefacto como el corazón del barco, pues es y era uno de los elementos más preciados.
Exploraciones en alta mar
Sin embargo, la historia de Breguet con la marinería no termina ahí. Los famosos movimientos han sido testigos de expediciones históricas en alta mar. Por ejemplo, Hyacinthe de Bougainville llevó el reloj de marina n.º 3588 a bordo de su fragata Thétis, para una expedición al rededor del mundo. En 1838, la Marina Real Francesa adquiere la pieza n.º 4367, un regulador, con dos cajas de caoba, dos cajas de nogal y una caja de abeto, para Jules Dumont d’Urville en su última expedición.
Y no menos importante, en enero de 1840 se convirtió en el primer instrumento de medición del tiempo en llegar a la Antártida.
Sin duda alguna, la herencia de Breguet nace por el amor y la curiosidad de su fundador, Abraham-Louis, por las exquisitas experiencias celestes y marinas. Una herencia que ha continuado su legado durante décadas.