La herencia de un visionario
En 2025, Roger Dubuis celebra tres décadas de audacia y creatividad con el nuevo Excalibur Grande Complication, un reloj que encarna la esencia de su fundador. No es sólo un tributo a su legado, sino también una afirmación de la vitalidad de su quehacer relojero. Esta pieza combina tres de las complicaciones más nobles —calendario perpetuo, repetidor de minutos y tourbillon automático— certificadas con el prestigioso Poinçon de Genève, símbolo de excelencia en cada uno de sus 684 componentes acabados a mano.
Roger Dubuis siempre ha sido un laboratorio de mecánica creativa. En 2009, lanzó su primer calibre Grande Complication, el RD0829, un hito interno que ahora tiene un digno sucesor: el calibre RD118. Este movimiento de carga automática ofrece 60 horas de reserva de marcha y mantiene la promesa de belleza funcional que ha distinguido a la maison desde sus inicios.
Cada componente del RD118 responde a un riguroso estándar estético y técnico. La estructura está diseñada para dar vida a un calendario perpetuo preciso, una sonería compleja y un tourbillon de excepcional ligereza. La combinación demuestra que, en Roger Dubuis, la innovación y la herencia nunca se excluyen, sino que se potencian.
La danza de la memoria mecánica
El calendario perpetuo del Excalibur Grande Complication es más que una hazaña de ingeniería; es una evocación de la paciencia infinita del Roger Dubuis persona. Ajustado para seguir el irregular ritmo del calendario gregoriano, su memoria mecánica mantiene la precisión durante décadas, reconociendo años bisiestos hasta 2100 sin intervención manual.
En una interpretación aún más sofisticada, la información del calendario se despliega en un indicador birretrógrado. Las manecillas recorren semicircunferencias antes de saltar de nuevo a su origen en un movimiento controlado y elegante. El sistema, desarrollado en los años 80 en colaboración con Jean-Marc Wiederrecht, se refina aquí con nuevas proporciones y códigos visuales que honran los relojes históricos de la maison.
La distribución de las escalas del día, fecha y mes, junto con el indicador de año bisiesto, logra una armonía visual que recuerda las piezas maestras como el Millésime de 2015. El diseño, que afina la inclinación en un grado más para perfeccionar la simetría, rinde homenaje a la tradición sin renunciar a la modernidad.


La música secreta del tiempo
El repetidor de minutos es quizás la complicación más íntima del Excalibur Grande Complication. A través de un pulsador lateral, su sonería de trítono libera notas que evocan un diabolus in musica, ese acorde prohibido en la Edad Media pero venerado en el arte musical moderno. Los martillos, gongs y palpadores trabajan juntos para leer las horas, cuartos y minutos, generando una melodía profunda que envuelve el tiempo en misterio.
Para proteger la integridad del mecanismo, Roger Dubuis integra un sistema “todo o nada” que exige accionar el pulsador con decisión completa, evitando errores fatales en la activación. Esta sofisticación mecánica recuerda que, en la alta relojería, cada sonido cuenta tanto como cada tic.
El tourbillon, colocado entre las cinco y las seis, desafía la gravedad con una arquitectura volante realizada en titanio no magnético. Inspirado en la cruz celta, su diseño ofrece una ligereza funcional y una estética resplandeciente, que hacen eco del espíritu experimental de la maison y la obsesión de su fundador por aprovechar cada rincón del movimiento.
Exclusividad sin concesiones
El Excalibur Grande Complication se presenta en una caja de oro rosa de 45 milímetros, complementada por una correa de piel de becerro marrón de construcción tridimensional y una hebilla también de oro rosa. A través del fondo de zafiro, el movimiento revela todo su esplendor técnico, testimoniando que la belleza no es solo cuestión de superficie.
Limitado a ocho ejemplares, este reloj es una declaración de exclusividad. Se estrenará mundialmente en el Watches and Wonders Geneva 2025, reservado para un círculo muy reducido de coleccionistas que saben reconocer en cada latido de su tourbillon el eco de una pasión que no se extingue.
A treinta años del inicio de su aventura, Roger Dubuis reafirma que la verdadera complicación no es solo técnica, sino emocional: transformar el paso del tiempo en una experiencia única, tangible y eterna.

